miércoles, 9 de febrero de 2011

Mi niño...

No escondas niño, los ojos
en los cuales veo mi alma,
tus párpados cubren mi rostro,
un rostro reflejado en calma.

No cierres los ojos mi niño,
que desesperas mi pena.

No escondas esos luceros
que empañan la luna llena.

Los ojos, niño, los ojos
los empaña alguna lástima
mojados de indiferencia...

Tu rostro, niño, tu rostro...
desencajado de calma,
tus ojos son dos luceros,
que iluminan mi alma.

No...

No,
a las injusticias gratuitas,
no; al silencio inescrupuloso,
al sadismo y la arrogancia.
No, a los idiotas útiles
que comparten mis migajas,
a los necios que aconsejan,
y a las botas bien lustradas.

No,
a los campos sin su trigo,
a los niños que deambulan,
a los hombres con harapos
que soportan sin trabajo.

No,
a los mendrugos ofrecidos
como paga de los jornales,
como paga de los verdugos.

No, no, no.

Simplemente no.

Porque ya
estoy harto.

martes, 28 de septiembre de 2010

Hoy


Al dar vuelta mi cara,
me encontré con la vida,
que estaba de vuelta,
cansada, sufrida, llorando,
de tanto vivir silencios mezquinos.
Le pregunté de quién era mi vida.
Me respondió del tiempo.
Y el tiempo era hoy.
Y el silencio era hoy.
Y el cansancio era hoy.
Las lágrimas invadieron mis ojos,
pero no rodaban,
ya que eran secadas,
por el viento del dolor y del desprecio.
Giré mi cara bruscamente,
dando la espalda a la vida,
y mi cuerpo salvaje y endeble,
ya emanaba el olor del cadáver.

Tiempo

Cuando escape el tiempo
tras el tiempo,
y quede marcadas
mis arrugas,
impregnadas de álgido silencio.
Cuando muera el pájaro
de viejo,
y su canto se transforme
en agonía,
cuando el hombre
se encuentre satisfecho
y reclame a la vida
su alegría,
ya no habrá tiempo,
más tiempo, para el tiempo,
que el tiempo que se logra
de la vida.

sábado, 17 de julio de 2010

Visita de la comunidad musulmana al Rotary Club Villa Don Bosco


El día 30 de junio del 2010, el Rotary Club Villa Don Bosco, en sus instalaciones, recibió por primera vez a la comunidad musulmana de la República Argentina, para tener así un mayor y mejor acercamiento cultural con dicha entidad.
Fueron recibidos protocolarmente por su presidente, Rubén Docampo y demás integrantes del club,entre los cuales, se encuentra Ricardo a. Oulego, de dicha comunidad, el sheij Ibrahim Mostafá Abur Mandu Gabr, Imán de los musulmanes, de la Comisión Directiva, el Sr. Walter Mouhamed y la lic. Karina Keegan, quién tuvo a cargo la disertación y exposición " Los musulmanes en Argentina"
Luego de una amena e interesante charla de la lic. Karina Keegan sobre el desconocimiento que hay en general, sobre los musulmanes, se evacuaron las incontables dudas sobre el tema y el Sheij, se prestó muy cordialmente a los requerimientos formulados en el recinto.
Al finalizar el evento, el Rotary Club V. Don Bosco, les otorgó un reconocimiento a la comunidad y a la lic. Keegan, por tan grata presencia y engalanar prestigiosamente al Rotary Club Villa Don Bosco.-

lunes, 14 de junio de 2010

DESCANSO

Los ángeles esperaban azorados,
Átropos se había adelantado a su destino,
y las luces grises del mañana,
acallaban partituras inconclusas.
Es que queda acaso algún consuelo,
para tamaña injusticia impensada,
o es que queda Morfeo atrapado,
y sus alas cercenadas de por vida.
Ya ni el canto de las aves de Minerva
se escuchan transformados en sollozos;
el silencio aquejado en alaridos
por los rostros destrozados de agonía.
Ya no escucho el rumor de las sirenas,
los juglares del mar van al desierto,
sutilmente a morir en sus arenas,
más, sus lágrimas formaban un oasis;
que el silencio imperturbable comprendía;
porque hoy, más allá del raciocinio
no comprende,
cómo un niño, un niño
haya muerto.

domingo, 25 de abril de 2010

SIMÚN.

Ya no comprendía...o tal vez sí...
el frío se acentuaba cada vez más...
el fecundo pensamiento,
acurrucado con desesperación y esperanza
en la noche,
escuchaba atentamente la voz de mi destino
fatalista.
Conocía esos enormes animales,
resistentes, impredecibles, desgarbados
y sucio.
También reconocía,
sin saber por qué;
su olor.
Insistentemente me llamaban desde la fogata,
esos hombres azulados,
en un idioma casi incomprensible,
arcaico, vetusto.
Sin embargo... empezaba a entender esas razones
que martirizaban mi ser.
La sangre recorría mi cuerpo aceleradamente,
con ímpetu espartano.
En esa ebullición casi mística,
reconocí inmediatamente los camellos,
la fogata camellera... sus hombres.
Y el simún que susurraba a mis oídos,
reclamando a mis ancestros
con ahínco,
a uno de sus hijos perdidos del desierto.

Gamal Adh Dharma.