en los cuales veo mi alma,
tus párpados cubren mi rostro,
un rostro reflejado en calma.
No cierres los ojos mi niño,
que desesperas mi pena.
No escondas esos luceros
que empañan la luna llena.
Los ojos, niño, los ojos
los empaña alguna lástima
mojados de indiferencia...
Tu rostro, niño, tu rostro...
desencajado de calma,
tus ojos son dos luceros,
que iluminan mi alma.